COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA
En solidaridad con las comunidades indígenas que claman por justicia y dignidad La Pastoral Social, fiel a su misión evangélica de acompañar a los más vulnerables, expresa su profunda preocupación y solidaridad con las comunidades indígenas que, en diversas regiones del país, se han visto en la necesidad de manifestarse públicamente y salir a las calles para exigir la atención de sus legítimas necesidades, así como el respeto a sus derechos fundamentales.
Estas manifestaciones son la expresión del dolor acumulado durante años de abandono, exclusión y promesas incumplidas. Las comunidades indígenas reclaman salud, educación, territorio, vivienda digna y acceso al agua.
En este sentido, sus principales demandas son:
• Reapertura del INDI, recordando que el país cuenta con 19 pueblos indígenas
y que, como órgano del Gobierno, debe responder a sus necesidades.
• Asignación de presupuesto para la compra de tierras y cese de los desalojos, pues muchas comunidades han sido desplazadas y expulsadas de las tierras que les pertenecen.
• Participación en las decisiones que les afectan, con especial énfasis en el respeto a su identidad cultural y a su dignidad como pueblos originarios.
A LAS AUTORIDADES DEL ESTADO:
Exhortamos a escuchar con atención y responder con responsabilidad, cumpliendo así el deber constitucional y moral de garantizar los derechos humanos de todos los ciudadanos, sin discriminación alguna. No puede existir verdadera democracia ni paz social mientras se siga ignorando o reprimiendo las voces de quienes históricamente han sido marginados.
Las reivindicaciones de los pueblos indígenas son claras, puntuales y fáciles de atender con respuestas positivas. No hacerlo, salvo por capricho o insensibilidad social, constituye una grave omisión.
Desde la Pastoral Social, hacemos un llamado al diálogo sincero y respetuoso, orientado a la búsqueda de soluciones estructurales y sostenibles, así como a evitar cualquier forma de represión o criminalización de la protesta social. Recordamos, además, que el clamor de los pueblos indígenas es también un llamado al corazón de nuestra sociedad: “El grito de los pobres es también el grito de la tierra” (Laudato Si’, 49). Atender este clamor no solo es un deber ético y legal, sino también un acto de justicia y reconciliación